En esta dualidad que tiene atrapado al Real Madrid, el término medio no existe. Con seis jugadores por encima de los diez puntos, el debate de la actitud que reclamaba Joan Plaza parece olvidado. Incluso, Massey y Hosley crecen en la misma línea en la que lo hace el grupo. Ante el Efes, por primera vez en toda la temporada, las dos apuestas para recuperar el estatus blanco en la ACB y la Euroliga se convirtieron en los máximos anotadores del equipo. Hosley, motivado por su vuelta a Turquía, sólo falló tres tiros de los quince que intentó. Massey, por su parte, reivindicó desde el 6,25 que su participación no se limita a un par de mates plásticos por partido. En el tercer cuarto, cuando la hiperactividad de La Araña Smith acercó al Efes a tan solo tres puntos (51-54, min. 25), Massey supo administrar la corta, pero suficiente, ventaja del Madrid con un triple.
En ese momento, el Madrid demostró que su rehabilitación sigue por el buen camino. Con esa sonrisa a la que apelaba Plaza, sus jugadores intensificaban los balances con independencia de los nombres. El banquillo, en el que empezaron el partido Mumbrú y Felipe Reyes, aportaba la solvencia de la que carecía, hace no mucho tiempo, el quintento inicial. Pero en este nuevo Madrid, el de la sonrisa y el buen rollo, todos aportan excepto Papadopoulos. El griego, por segundo partido consecutivo, no disputó un solo minuto, aunque su imagen no muestra la más mínima señal de rebeldía. Todo lo contrario del espíritu que exhibió ayer Smith.
Excesivamente motivado en determinadas acciones, lo que le hizo perder buenas posiciones de tiro, el norteamericano buscó la vendetta ante su ex equipo. Él fue el primero en remangarse en la defensa individual que el Efes dibujó en todo el campo a falta de siete minutos.
Pero el Madrid solventó el acoso con tres triples consecutivos. La ventaja de diez puntos no hizo más que crecer para lograr la primera victoria a domicilio en la presente Euroliga.
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