El Cajasol logra su cuarta victoria en la Liga y muestra con otra buena defensa que este año mira alto. Tuvo en su mano romper mucho antes el partido, pero falló demasiado en ataque.
No pasará a los anales de la historia el partido que el Cajasol protagonizó en Granada, pero para esta temporada sí que cuenta y supuso un nuevo triunfo para los hombres de Plaza, que igualan su balance de victorias y derrotas y demuestra que este año el conjunto sevillano quiere y puede mirar más arriba que una mísera salvación in extremis.
Pero sudaron, y cómo, los hombres de Joan Plaza para ganar en una cancha donde el curso pasado hicieron el ridículo. Son otros tiempos, sin duda, porque si a este Caja le sobra algo es fe y espíritu combativo. No parece que esta temporada se vayan a sufrir más derrotas de ésas que obligan a uno a agachar la cabeza. El equipo no da un balón por perdido, pelea y lucha hasta el último minuto sin perder la confianza en sus posibilidades. Por ahí ganó el choque. Más allá de la buena defensa, clave sin duda, el hecho de que los sevillanos no se viniesen abajo cuando acumulaban error tras error rompió el encuentro. En esos momentos, en los que se resolvía el partido, fue cuando aparecieron Savanovic y Ellis, que en apenas dos minutos y medio, tras un empate a 60, fracturaron de una vez un choque que se llevó al final el menos malo.
Ninguno de los dos parecía querer llevarse la victoria. Continuadas pérdidas, malos balances ofensivos de uno y otro y ninguno sin cerrar el rebote. De locos. Un despropósito generalizado que se llevó el que mantuvo la cabeza fría.
Y eso que todo pintaba de otra forma al principio. El Cajasol encontraba con relativa facilidad, teniendo en cuenta que es el penúltimo en el ranking de anotación, la canasta nazarí. Defendía con intensidad y sin provocar faltas, volviendo locos a Ingles y Aguilar, que pronto se cargaron de personales y se fueron al banquillo. Sin dos de sus mejores hombres en la pista, el Granada sufrió para anotar y sólo un Hunter que no se había entrenado en toda la semana por una fuerte gastroenteritis mantenía vivos a los suyos.
Sin embargo, lejos de romper el choque en el segundo cuarto, el conjunto de Plaza redujo la marcha. Perdió en intensidad atrás y dio vida a un rival muy peleón que halló en Jasen el jugador de referencia por dentro. No es un cuatro, pero con Juampi en un bajo estado de forma y Hendrix haciendo el partido por su cuenta, fue el único que puso en jaque el juego interior cajista, ayer demasiado blando e incapaz de imponer durante muchos minutos su mayor altura y potencia. Empieza a ser esto un problema, porque a poco que al Cajasol le aprieten un poco por dentro, sufre demasiado. Lo pasó mal con Banic el domingo pasado, y volvió a sufrir con un Jasen enchufado que sacó de la pista a Triguero, aunque Savanovic y Kirksay le salvaron los platos.
La incapacidad visitante de abrir brecha en el tercer cuarto y la local de jugar concentrado cuatro minutos seguidos mantuvo la igualdad en el choque hasta el final. Con eso, los regalos y errores propios, daba la sensación de que ninguno quería ganar, a pesar de que el premio era jugoso. Ganar significaba dar un paso adelante en la Liga para dejar de mirar atrás y mirar a los puestos altos de la tabla. De nuevo una zona se le atragantó al Cajasol en este periodo y perdió una renta de nueve puntos en un abrir y cerrar de ojos. Con Ager otra vez desaparecido mandando al aro todo lo que tiraba, suerte que apareció Ellis para desatascar el ataque con dos triples que dejaban bien a las claras que los sevillanos venían a por el triunfo.
Al comienzo del último cuarto, de nuevo un empacho contra la zona y fallos de infantiles permitieron al Granada empatar a 60 a falta de menos de tres minutos. El Caja se puso el mono de faena, comenzó a cerrar un rebote en el que antes, como en la canasta rival, había barra libre y a jugar por fin con cabeza. Posesiones largas y canastas de Savanovic y Ellis sobre la bocina desesperaron a los locales y alguna decisión cuanto menos dudosa de los árbitros a favor hispalense disparó el marcador. Trifón Poch lo acabó de rematar cuando viendo el partido por perdido intentó echar el público contra los árbitros y vio la técnica.
Al final no importa el cómo, sino el qué. Y el qué en este caso es que Joan Plaza ha armado un conjunto aguerrido en defensa al que hay que saber atacar si se quiere ganar. Otra victoria y otra vez dejando al rival en torno a los 65 puntos. Es la línea a seguir para no sufrir este año, es la cifra mágica para ganar y seguir sumando triunfos. Ya van cuatro. Quizá una declaración de intenciones de un equipo cuya ambición es mucho más que sufrir.
El Diario de Sevilla
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